Elena Castellano Rioja
Las relaciones entre la psiquiatría psicología y la dermatología quedan patentes en muchos estudios de investigación y en el día a día de nuestros pacientes.
Desde siempre, piel y emociones han estado unidas por un estrecho lazo. Ya se puede discernir en los primeros poblados primitivos, que pintaban sus pieles como símbolo de victoria ó para celebraciones. Otros poblados amazonas, tatuaban su cuerpo para distinguirse según pertenecieran a diferentes tribus, lo cuál era símbolo de orgullo y respeto. Rubor, sudor, picor..muchos son los signos y síntomas.
Ya en 1995 se celebra en Barcelona la primera reunión del grupo español de Dermatología y Psiquiatría (AEDYP).
De hecho, éstos autores afirman, según bibliografía revisada, que al menos una tercera parte de los pacientes atendidos en las consultas de dermatología precisaría para un tratamiento eficaz, una valoración de los aspectos emocionales y psicosociales asociados.
Es más, añaden, que entre el 20-40% de los pacientes que acuden en busca de tratamiento por alguna afección de la piel, tienen algún tipo de problema psiquiátrico ó psicológico que complica los síntomas.
También relacionan el estrés con el efecto de las hormonas esteroideas y las catecolaminas sobre las células del sistema inmune, con anormalidades en el eje hipotalámico hipofisiario suprarrenal, con factores titulares como la secreción de neuropéptidos y neurohormonas y con alteraciones en la piel como función de barrera.
De hecho, como citan Romaní y Chesa 2005, sería ideal que el enfermo que acude en primer lugar al dermatólogo porque es donde aparece la lesión visible, llevara un seguimiento y control también exhaustivo de sus síntomas psiquiátricos y psicológicos de ser necesario, ya que incluso en muchas ocasiones, es el propio paciente el que no ve la necesidad de este tratamiento, y es labor del personal sanitario el educarle para que así sea.
Es más, pocos son los pacientes que consultan por una posible etiopatogenia de su dermatosis, sin embargo, son muchos los que reflejan la gran influencia que ejercen los acontecimientos vitales estresantes en la evolución de sus lesiones cutáneas. (Tribó Boixareu 2006)
La ansiedad es uno de los indicadores más estudiados, y directamente relacionado con ella, las distintas respuestas somáticas a todos los niveles.
Es un a situación circular, la ansiedad –estrés es problemática para la piel. Un mal estado de la piel genera estrés y ansiedad. Y esto se complica cuando el paciente padece algún tipo de trastorno, como ocurre en los trastornos del pensamiento, la obsesión seguida de compulsión.
En esta línea, se realizó un trabajo de investigación, para analizar concretamente la relación entre los tipos de ansiedad estado- rasgo y su repercusión somática en el estado de la piel. El objetivo era valorar si la actuación en el tratamiento de estos problemas, precisa de una atención mayor por parte de la psicología y, de ser así, valorar la relevancia de aplicar los tratamientos más dirigidos a un tipo u otro de ansiedad. Para ello se realizó un estudio observacional prospectivo longitudinal con alumnos de la diplomatura de enfermería en el año 2010 que cursaran la asignatura técnicas de autocontrol emocional.
Los resultados demostraron que ambos tipos de análisis coinciden.
Aunque existe relación entre el estrés y las manifestaciones cutáneas, no existen diferencias significativas según el tipo de ansiedad estudiado, y sólo se refleja una clara relación de dependencia entre ansiedad rasgo, y la aparición de dermatitis.
Por tanto, el tratamiento psicológico a aplicar no debe elegirse teniendo en cuenta el tipo de ansiedad que presente el paciente, según los resultados de nuestro estudio.
Pero lo que sí queda claro es que debe hacerse un tratamiento psicológico acompañante también.
Por tanto , sí que es evidente la relación existente entre patología psiquiátrica –psicologica y piel. Y es por ello que debe tenerse en cuenta esta relación para una mejor atención holística a nuestros pacientes.